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viernes, 25 de enero de 2013

Una tontería... (¡o no!)


Se trata de un artilugio fabricado de cualquier tipo de material, debidamente tratado y pulido para poder ser utilizado sin que delicadas pieles (como la de una servidora) sufran cuando se utiliza.

El placer que proporciona solo lo sabe la espalda (como la de una servidora) que, en esos momentos en que un ligero picor la altera, siente el contacto de esa manita que sustituye a la humana y que por anatomía no llega hasta el lugar adecuado (como le pasa a una servidora).

Un vez que está cumpliendo con su función (léase rascando) la sensación de alivio va en aumento, la espalda se libera, el cerebro asume el contacto y la respiración se agita levemente, (vamos, que para que se me entienda es algo parecido a un pre-orgasmo) hasta que el dorso acariciado vuelve a su estado natural. Respiramos y soltamos un... "¡rico, rico, ricoooooooo!" (¿donde he leido yo esa exclamación? jejejeje).

(Lo antedicho no es un tontería. La "tontería" (como la de una servidora) es imaginarme que en vez del artilugio en cuestión, sería sublime  poder susurrarle a una (imaginaria) compañía, apartándole coquetamente el cabello de su oido, con voz sugestiva y sugerente... "cariño... cariñoooo... ¿porqué no me rascas la espalda?".

Un/a psicoanalista freudiano/a me diría que soy "tonta-erótica".

Pero mira por donde... ¡me gusta!).

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