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domingo, 4 de noviembre de 2012

Operetta

Ayer, sábado, me permití un lujazo tremendo. Era el penúltimo día que estaba en cartel, concretamente en el Teatre Victòria de Barcelona, así que arranqué mi BMW-120d (ejem, ejem, ejem... perdonad la inmodestia) y enfilé la autopista destino la Ciudad Condal con la intención de no "morirme" sin presenciar la reperesentación de "Operetta", de la cual las buenas lenguas me habían hablado maravillas: "Por poco que puedas no te la pierdas..." "¿Cómo es que una melómana (?) como tu todavía no la ha visto...?" "Te vas a hacer un hartón de disfrutar...". ¡¡¡Vale, vale, valeeeeeeeeee - respondía yo- no me achucheis!!!.

No tuve problemas ni para aparcar (pagando, claro) ni para conseguir una localidad en platea. Es más fácil si vas sola que no con 258 personas, así que pagué gustosamente los 29,90 eurillos, impuestos incluidos, y me hice con una localidad en la fila 6 (que dicen que es la de los entendidos), y para hacer tiempo en un bareto de al lado del teatro me trajiné un pincho de tortilla, salmón y tomate que pasó la mar de bien con una copita de vino rosado "de la casa", bien fresquito.

Llegada la hora, me aposenté en mi localidad, justo al lado de unas quinceañeras, lo que me dió por pensar que íbamos bien cuando unas chicas de la mitad de edad que la mía se sentían atraidas por el teatro musical en vez de estar en saber que sitio. Las miraba de reojo y me entró una sensación de autoestima indescriptible al comprobar que yo, a mi edad, no desentonaba (demasiado) a su lado.

Os preguntareis: ¿Qué es Operetta? Pues es un espectáculo con 29 (las conté) voces "a capella" que pretende acercar al público a la ópera presentando unas voces extraordinarias que cantan durante toda la representación sin ayuda instrumental pero con mucha imaginación y sentido del humor, partituras de Verdi, Rossini, Mozart, Bizet, Wagner, Sain-Saëns, Mussorgsky y Offenbach.

Arranca en un escenario desolado, con pocos elementos de decoración tapados por lienzo blancos. Entonces llega un repartidor para entregar un piano y lo deja en el escenario. De dentro del piano van saliendo los cantantes-actores que representan diferentes personajes relacionados con lo que es un espectáculo: maquilladores, modistas, iluminadores, actores... Cada uno de ellos hace su trabajo  hasta que todo está a punto para la primera pieza, que no es otra que la Marcha Triunfal de la ópera Aida, de Verdi.

A partir de aquí se van sucediendo las escenas, limitadas a un tema operístico de primera magnitud, reconocido por todos. El repertorio ofrece una quincena de piezas imprescindibles, entre oberturas, arias y coros, que los actores interpretan explicando, al mismo tiempo, historias ingeniosas y divertidas que no tienen nada que ver con el tema de la música. Divas que miran por encima del hombro a los demás, escenas donde ellos mismos hacen de público (aquí tosen, se suenan la nariz...), la gran fiesta del Brindis de La Traviatta de Verdi donde suceden cosas raras mientras no paran de beber. hasta hay una referencia a las tradiciones populares de Catalunya, una estación de tren, una carpa de circo, una carrera ciclista...

La obra, sin intermedios que pudieran romper el ritmo de la representación, duró una hora y quince minutos que como se dice vulgarmente pasaron volando y hasta me dejó un regustillo de querer más, pero si me pusiera en la piel de los cantantes quizás pensaría que ya está bien como está. Por cierto que en YouTube he encontrado un video que hace referencia a lo que es la obra en sí, y que con sumo placer comparto...

http://www.youtube.com/watch?v=mgLGA20UxaM&feature=related

Ahora mientros escribo recuerdo mi sábado tarde-noche, y que de vuelta a casa, una vez sorteados los peligros de conducir por dentro de una ciudad, y ya en la autopista, con mi media voz de mezzosoprano afónica iba repitiendo... "Libiaaaaaaamo, libiamo, ne´lieti calici che la belleza infiora, e la fuggevol ora s'inebri a voluttà...." (Bebamos en los alegres cálices que hacen florecer la belleza y la hora fugitiva se embriague voluptuosamente...) o el "Va pensiero sull'ali dorate..."

(Ainssssssss, ¿porqué lo bueno dura tan poco?)



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