Hoy es jueves, último jueves del mes de agosto. Mis padres han marchado hace unas horas, han ido a un pueblecito que celebra su Fiesta Mayor y que cumple 157 años desde la fecha en que los habitantes de esa localidad prometieron dedicar una fiesta en honor de la Verge del Remei (Virgen del Remedio) por haberlos librado del azote de una epidemia de cólera.
Por haber tenido ascendentes allí, mi madre no ha faltado a la cita religiosa casi desde que tiene uso de razón. En este día, la imagen de la Virgen sale de su santuario, situado en un castillo milenario, recorre las calles del pueblo hasta la parroquia donde se celebra una misa conememorativa y después, en procesión, es devuelta a su capilla.
Yo he ido en algunas ocasiones y siempre me ha impresionado el fervor religioso que despierta no solo en la localidad sino también en los pueblos cercanos, de los que llegan cientos de personas para cumplir una tradición que se ha ido conservando de padres a hijos.
Ayer lo comentaba con mis padres y les decía que sentía no poder acompañarlos. Mi madre quedó un poco sorprendida pues sabe que otras veces que me lo han propuesto y no he ido con ellos, pero este año no sé porqué razón hubiera deseado ir. No soy practicante, solo entro en iglesias para visitarlas o porque mi espíritu me lo pide, entonces es cuando encuentro una razón para estar sola, disfrutar del silencio y pensar.
Sé que mi madre se "encargará" de pedirle a la Virgen un buen remedio para mí. Ella tiene hilo directo, no lo ha perdido nunca, me asombra su religiosidad y su fe. Supongo que entre otras cosas le pedirá que le conceda la suficiente paciencia para aguantar a una hija como yo que últimamente no le da demasiadas alegrías. Pienso. Cuando regresen, avanzada la tarde, estoy segura que me contarán lo bien que se lo han pasado.
Hoy viene a comer Lucía. No viene sola. Quiere presentarme a su pareja, no sé si es porque desea que le dé mi opinión sobre ella, porque quedamos una vez en vernos o porque quiere que le cuente como me va. Ya veremos.
Me duele la espalda, los médicos dicen que es normal y me los creo, porque los dolores no son constantes, son de esos que van de un sitio para otro pero que al final acaban en el mismo lugar, el de la intervención. Pronto podré ir a recuperación. Me llamó Iratxe y me dijo que estaba de vacaciones pero que confiaba volver a tiempo de "maltratarme", sincera la mujer porque quien avisa no es traidor.
Cierro ya. No sé que voy a hacer, hace calor a esta hora y no me apetece sentarme en el balancín, prepararé un aperitivo y me quedaré en el sofá esperando a que llegue la parejita.
Sólo decirte que me alegra dar la vuelta por acá y encontrar tus post.
ResponderEliminarMe encantó el asunto de la fe inquebrantable de tu madre, lo que supones que va a pedir y demás... ¡Bienvenida al club! Algo entiendo de eso ;o)
Que todo marche muy bien con la recuperación y que tu ánimo se mantenga en alto.
Un abrazo.
Eso de los fervores religiosos y las fiestas patronales a mí vivirlas hace que se me erice la piel. Sí, es absolutamente impresionante como se contagia una de la magia reinante. Me gusta y me vuelvo creyente, hasta que la descarada vendimia de la fé me la resquebraja de nueva cuenta.
ResponderEliminarDe cualquier modo sigo asistiendo cada vez que alguna de mis mujeres adultas me lleva casi a rastras al siguiente encuentro con la religiosidad donde fascinada soy objeto de burlas hasta que llega el desquite por lo profano del asunto y me vuelvo mas atea que nunca y confirmo y reafirmo que soy:
"Atea gracias a Dios y a la santísima Virgen de Guadalupe", porque eso si "Atea Guadalupana" hasta que me muera.
¿Qué tal te fué con Lucía? Sí, soy chismosa ¿y qué? Además todo lo tuyo me interesa, todo, hasta las llamaditas de Iraxe...
A riesgo de sonar entrometida, paso a preguntar cómo estás y si necesitas algo.
ResponderEliminarMe quedé con pendiente desde tu comentario a la canción que puse en mi blog.
La frase de Bonita "todo lo tuyo me interesa", me animó a meter la nariz donde no me llaman, pues coincido con ella.
Un abrazo.