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martes, 12 de noviembre de 2013

Los treinta y tantos...


Cuando tienes treinta y tantos, circunstancias de la vida que te han rodeado hasta ahora cogen otro punto de vista. Dicen que se conoce como la “crisis de los treinta”.

 Un día me miro al espejo y aunque no lo haya notado, sé que ya no soy la misma de hace unos  años. Esa inseguridad de la adolescencia ha desaparecido y desde mi aceptada independencia  tengo mi personalidad, mis opiniones, mi estilo y mis gustos forjados. Río con más ganas, cuando tengo que reir, y me doy cuenta de que el ochenta por ciento de los problemas no son tan graves. El círculo de amigos se ha reducido en número pero aumentado en calidad, he aprendido a valorar los “planes de día”, y el gusanillo de conocer mundo está más a flor de piel que tiempo atrás, así que siempre es buena idea una escapada a algún rincón nuevo.


Salir de fiesta tres veces cada fin de semana, si es que se terciaba, era vivir al límite. Con la resaca de una noche ahora ya es suficiente para una semana, los ligues de discoteca empiezan a parecerme vacíos, y pillar la borrachera del siglo ha pasado de ser divertido a penoso. En su lugar, me das un bar, buena compañía, unos combinados suaves  y música de fondo… y no me mueve nadie. 

Hablaré en plural. De jóvenes (?) con cualquier cosa nos conformábamos, ahora enseguida distinguimos lo bueno de lo mediocre, en lo material y en las personas, y entendemos que el secreto de todo está en los detalles. Tenemos, si se tercia, hambre de futuro y ansia por llegar a ser alguien o consolidar nuestro estatus. Con nuestro círculo, el trabajo, o lo caseras que nos volvemos a veces, va siendo más difícil coordinar horarios y ver a tu gente, y cada vez disfrutamos más de un café como excusa para ponernos al día.


Queremos crecer, sí... pero no. A veces nos comportamos (error que se comete) como si tuvieramos 18 años, y otras veces piensas que cada día te pareces más a tu madre. Estamos más abiertas a otros puntos de vista, a gente nueva y a amores diferentes (?). El día menos pensado encontraremos a nuestra chica y nos preguntaremos cómo hemos podido vivir sin ella todo este tiempo, o quizás nos acostemos por las noches y la pregunta sería: “¿Por qué no puedo conocer a una persona lo suficientemente interesante como para querer conocerle mejor?”. Los años van pasando demasiado rápido, y de fondo solo se escucha: “¡Los treinta y tantos será la mejor época de tu vida!”, y un canguelo te empieza a invadir haciendo que te preguntes: “¿Realmente estoy aprovechando la mejor época de mi vida?”.

He querido autoconvencerme de que sí, lo he hablado con algunas de mis amistades en esas reuniones subliminales, porque la que más o la que menos también está “preocupada” por el tema. Han habido diferentes respuestas pero la que considero más racional, según mi forma de pensar, me la repite el camarero del bareto de cerca de casa (lleva más de 40 años en el oficio, está apunto de jubilarse y es una especie de confesor), y al que preguntes lo que le preguntes acaba filosofando sobre la existencia humana. Viene  a decirme algo así como que la mejor edad, la mejor etapa de la vida, es la que tenemos en este momento. Cada una tiene sus aspectos positivos y deben ser valoradas de forma diferente. Solo hay que saber disfrutar cada cosa a su tiempo y pensar que mientras dura, sea la crisis que sea, estaremos viviendo los mejores años de nuestra vida, y me suelta una retahila de refranes al respecto, como por citar alguno: “A lo hecho...pecho”... “Mejor es tener que desear”... “Más vale pájaro en mano que ciento volando”...

(Yo pienso: “Sabe más el diablo por viejo que por diablo”)




3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Bonita, siento profundamente no poderte responder a esa pregunta, pero...¿sabes? a lo mejor tu me das alguna idea de como sobrelleverla para cuando de aqui a dos añitos me empiece a hacer esa misma pregunta. Ya lo dice el refrán: "Más vale prevenir que curar".

      (Por cierto, hoy es San Alberto Magno, patrón de los químicos y químicas... además cae en viernes... será cuestión de celebrarlo).

      Besotes y abrazo gordo.

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  2. Bonita se me ha adelantado... jajajaja... Yo, que estoy en los cuarentaytantos, doy fe que a estas alturas una puede cambiar totalmente el rumbo de su vida y encontrar la pareja casi-perfecta que pensaba que no existía.

    Cada época tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Es cuestión de amoldarse y disfrutar con lo que se tiene, valorar lo que se tuvo y no llorar por lo que no será sinó ilusionarse por todo lo que está por llegar.

    Petonets!!!

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