EPÍLOGO
Tres de la madrugada. Recinto de la empresa, el silencio lo rompió la llegada de un automóvil y la conversación breve que la persona viajera mantuvo con el guardia de seguridad.
Con cuidado abrió la puerta de la cabaña de las dos chicas. Procurando hacer el menor ruido posible se dirigió a una de las habitaciones, al encontrarla vacía fue a la otra, tenuemente iluminada por las luces exteriores. En la cama Pastora dormía. Se quedó unos instantes contemplándola en su desnudez, suavemente acarició su cabello y ésta se giró al notar una mano en su boca que le pedía silencio. Abrió los ojos y la reconoció. Sus ojos brillaron en la penumbra, apartando la mano dijo en voz baja…
-Maite está en la cabaña de al lado
-¿Y Cecilia?
-Debe estar con ella, ha sido una noche de confidencias y seguramente ha ido a hacerle compañía
-¿Y te has quedado sola?
-No me importa, pero… ¿qué haces aquí Sandra?
-Ya te lo puedes figurar, hay ocasiones que no quiero perderme si muerta
-¿Te refieres a la fiesta? ¿Sabes? Tengo malas sensaciones, algo me dice que no va a salir bien
-¿Porqué no, cariño? Todo va a ir perfecto, para eso estoy aquí –dijo Sandra riendo-
-¡No levantes la voz, con este silencio te van a oir!
-¿Qué hago, Pastora? ¿Voy a la cabaña?
-Eso depende de ti. Puedes quedarte a dormir en la otra habitación y al levantarnos decidir que hacemos
-Voy a dejar la maleta, creo que es una buena solución
Sandra se acomodó en el otro dormitorio. Deshizo el equipaje y se fue directa a la ducha. Le convenía pues el viaje había sido muy pesado. El agua caliente la revitalizó, mientras disfrutaba le vino a la memoria las veces que ella y Pastora se habían duchado juntas. “Que tiempos aquellos –pensaba-“. Poco a poco fue creciendo en su interior un grado de excitación que consideró incomprensible pero que le gustaba, pensar en ella no era lo que procedía, pero a su cabeza no venía la imagen de Maite, sino la de Pastora. Su pensamiento volaba e inconscientemente sus manos acariciaban su cuerpo acercándose peligrosamente a su sexo, guió el mando de la ducha hasta él para masturbarse con la presión del agua…
-¿Qué haces, marrana? –dijo Pastora riendo mientras la observaba- Veo que este tiempo de abstinencia te ha dejado huella, jajajaja
-¡Calla, loca, que lo necesito!
-Pues nada, sigue con lo tuyo, pero no chilles… ya sabes porqué lo digo
-Veo que te acuerdas, ladrona, de nuestros buenos tiempos –recordó Sandra-
-¿Cómo no iba a acordarme? Eso jamás se olvida
-Pastora…
-¿Qué?
-Me enjabonas la espalda… no llego –dijo Sandra con voz sugerente-
-¿Ahora? ¡Estás como una cabra!
-¡Venga, no te hagas rogar! Si lo estás deseando, tu mirada te delata, jajajaja
Pastora dudó. Sabía lo que pasaría si entraba en la ducha con Sandra, pero por otra parte le atraía su cuerpo que conservaba todo su esplendor, haciéndolo más deseable por el agua que le resbalaba de la cabeza a los pies.
-Dame la esponja…
Suavemente fue frotando el cuerpo de Sandra, dejó caer la esponja y siguió con sus manos. Los pechos reaccionaron más con el contacto de los dedos de Pastora, duros, sus pezones erectos pedían caricias, el vientre comenzaba a agitarse y Sandra se abrazó a ella dejándose llevar por la excitación. Pastora volvió a recorrer su figura con lentitud, buscando las reacciones que sabía que encontraría, insinuó con su mano entre las piernas de Sandra lo suficiente como para que entendiera lo que llegaría a continuación. Arrodillada, Pastora buscó con su boca el solemne templo de su amiga deleitándose en el erguido y majestuoso clítoris que se mostraba en todo su esplendor, su lengua era un arma de placer, como ella recordaba, y las piernas de Sandra suplicaban sostén para no doblarse. Pastora lo entendió, se levantó, la rodeó con sus brazos… Se miraron fijamente…
-¿A qué esperas –dijo Pastora- para morderme la nariz?
-Aquí no, vamos al dormitorio
El reencuentro, después de tanto tiempo fue explosivo. Hacía poco que Pastora había hecho el amor con Cecilia pero la vitalidad de Sandra, su pasión, la transportaba, le nublaba la mente, y nada le importaba, solo entregarse de nuevo sin condiciones y darle a su compañera el placer que necesitaba. Ahogando sus gemidos en besos inacabables se entregaron al ritual del sexo. Se sorprendieron de la cantidad de flujo que eran capaces de segregar y de saborear en un perfecto y cómplice 69 que facilitaba poder libar, cual mariposas, el néctar abundante. Buscaron frenéticamente sus sexos, los clítoris endurecidos era recorridos por sus lenguas y en el momento en que las bocas aprisionaron el precioso órgano la explosión llegó al máximo en un orgasmo brutal que liberó abundantemente el flujo que acumulaban, llenando sus bocas de tan exquisito manjar. Con un nuevo beso mezclaron sus propios sabores…
-Si, por supuesto que aún te quiero, negarlo sería mentirte y mentirme, pero ahora creo que es prudente que duermas en la otra habitación.
…………………………………….
Eran cerca de las nueve de la mañana cuando Cecilia y Maite entraron a la cabaña. Se dirigieron al dormitorio de Pastora que estaba despierta, no había podido conciliar el sueño, por eso al verlas entrar les hizo una indicación de que fueran a la otra habitación.
No hay porqué describir la exclamación de asombro que se escuchó. Después de las preguntas normales en esta situación y la respuesta por parte de Sandra, Maite se quedó con ella y Cecilia fue a la habitación de Pastora.
-¿A qué hora llegó?
-No recuerdo bien, creo que eran cerca de las tres de la madrugada
-¿Porqué no vino a la otra cabaña?
-Ví que tu habías marchado –explicó Pastora- era tarde y supuse que estaríais dormidas, prefirió darse una ducha y dormir en tu habitación. ¿Porqué me dejaste sola?
-Estabas dormida, y yo no podía quitarme de la cabeza lo que hablé con mi madre. Pensaba en todo lo que había pasado, la ví por primera vez en mi vida muy vulnerable y necesitada de cariño, por eso me fui a hacerle compañía.
-Hiciste bien, hiciste muy bien…
Desde la habitación contigua Maite y Sandra conversaban. De pronto se hizo el silencio y las dos chicas se miraron, adivinaban lo que estaba sucediendo. Pastora sintió un extraño escalofrío. Incomprensible. Pensó en la capacidad de recuperación de Sandra después de lo ocurrido entre ellas.
-¡Vaya –dijo- parece ser que están aprovechando el tiempo!
-Desde luego –afirmó Cecilia- aunque no sé si mi madre estará en condiciones…
-¿A qué te refieres? –preguntó Pastora-
Cuando Cecilia fue a la cabaña de su madre la encontró acariciándose, no le sorprendió puesto que le había dicho lo mucho que echaba de menos la compañía de Sandra en esos momentos. Cuando se recostó a su lado notó su agitación, se abrazó a ella para intentar calmarla pero era imposible, su madre deseaba descargar su nerviosismo y la dejó hacer cuando Maite acompañó con su mano la de Cecilia hasta colocarla entre sus piernas. En ese momento era su madre, sí, pero también una mujer a la que quería y que la necesitaba para calmar su excitación, y no quiso negarse, aceptó el rol para darle el placer que su cuerpo pedía.
¿Amor de hija o pasión de amante? No importaba. Cecilia había madurado, la confesión le había hecho admirar mucho más a su madre, y ahora aquella mujer que se agitaba entre sus brazos le pedía ayuda… ¿cómo negársela?. Por su mente no pasaron en ningún momento los convencionalismos, los lazos sanguíneos, y toda la experiencia adquirida en su relación con Pastora la quiso poner para satisfacerla. Colocándose encima de ella inició el ritual, sonriendo al comprobar que cada una de las caricias y cada uno de sus besos erizaban la piel y tensaban sus músculos. Gemidos de placer, frases inconexas surgían de la boca de Maite. Notó como Cecilia llegaba al final de su recorrido, abandonada al placer, retorciéndose salvajemente, suplicando más y más alcanzó el deseado orgasmo mientras que aprisionaba el juvenil cuerpo para hacer más intenso el momento de la liberación…
-¿Pudiste hacerlo? –preguntó Pastora-
-Si, no solo pude sino que creí que debía hacerlo, no sé si puedes entenderlo y perdonarme
-Claro que lo entiendo, cariño, claro que lo entiendo… en tu caso yo hubiera hecho lo mismo. ¿Y cómo fue el despertar?
-Solo nos hemos mirado fijamente a los ojos, hemos sonreído, me ha dado un beso muy dulce, me ha dicho que me amaba y…
-¿Y qué más?
-… que le gustaría no separarse de mí –respondió Cecilia con lágrimas en los ojos-
-¿Qué piensas hacer?
-No lo sé… no lo sé –dijo Cecilia absorta en sus pensamientos-
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A las once de la mañana se reunió el comité de organización para ultimar detalles: Flora, Fátima, Serena, Maite, Sandra, Pastora y Cecilia. Revisaron el comedor de la empresa, reuniéndose con las responsables haciendo indicaciones sobre el buffet, igualmente hicieron con el personal de mantenimiento para que se encargaran de la colocación de todo lo referente a megafonía e iluminación. Fátima y Flora serían las encargadas de hacerlo saber al resto de trabajadores, Serena cuidaría de situar el estrado y de la ornamentación floral aprovechando las flores de los jardines, Sandra, Pastora y Cecilia comprarían unos regalos para la pareja y a Maite correspondería el papel de presentar y conducir el acto.
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Viernes. Serena anunció que, como estaba previsto, Augusto y Mauricia llegarían a la empresa a media tarde y que la habían citado para mantener con ella una reunión de urgencia pues tenían que comunicarle una noticia importante. Se reunió con Maite…
-Ignoro cual es el motivo de esa reunión, en todo caso debemos estar preparadas para llevarlos por donde nos conviene a nosotras, y tu eres la más indicada para hacerlo.
-¿Yo? ¿Porqué?
-Porque jugamos con el factor sorpresa, no se esperan un recibimiento como éste y mucho menos encontrarte aquí, no tendrán tiempo para reaccionar y tan pronto lleguen los esperas en su despacho y te inventas cualquier tema urgente, hablais y cuando te parezca bien les dices que vayais a tomar alguna cosa al comedor y una vez allí… ¡que sea lo que Dios quiera!
-Está bien –aceptó Maite- creo que ya sé de qué hablar con ellos dos. Tienes razón, hay un tema urgente que necesito solucionar de una vez.
-¿Referente a la empresa? Mira que soy la adjunta…
-No, es un tema personal del cual vas a tener conocimiento… dentro de poco
-Ya tiemblo…
-No, querida, estoy segura que te vas a alegrar
Dejaron aquí la conversación, fueron a ver como estaba todo dispuesto, a dar el último vistazo y se separaron. Serena se fue a su despacho y Maite prefirió dar un paseo.
Más o menos a la hora prevista Augusto y Mauricia hacían su entrada en las instalaciones. Saludaron al personal cordialmente y se dirigieron al despacho de dirección. Sorpresa…
-¡Maiteeeeee! –exclamó Mauricia abrazándola- ¿qué haces aquí?
-Lo mismo digo –dijo Augusto besándola en las mejillas- es una agradable sorpresa encontrarte aquí, conociéndote estoy seguro que tienes algo importante que decirnos.
-Si, debo darte o daros una noticia pero no sé por donde empezar.
-Yo voy a mi despacho –dijo Mauricia- os dejo a solas
-No, por favor Mauricia, quédate, quiero hablar con vosotros dos.
-Sentaros en el sofá, yo lo haré en esta butaca, estaremos más cómodos –indicó Augusto- ¿quereis que pidamos a la cocina algo para comer? tengo apetito…
-Mejor después…
-Cuando quieras, Maite, nos cuentas…
Tomó aire. Cruzó las manos. Estaba nerviosa pero tenía que hacerlo.
-Augusto ¿cuánto tiempo hace que nos conocemos? ¿Veintidós, veintitrés, veinticuatro años?
-Si, más o menos ese es el tiempo que llevamos trabajando juntos
-Sabes mejor que nadie que mi fidelidad hacia la empresa y hacia ti ha sido incondicional por encima de todo…
-¿Me vas a decir que ha llegado el momento de dejarnos?
-No, pero si es el momento de que sepas algo, y no te lo digo como justificación por algunos momentos críticos por los que he pasado personalmente y que en algún momento hubieran repercutido en mi trabajo. Escucha con atención, y tú también Mauricia, mi leal y fiel amiga, confidente ejemplar y silenciosa…
Maite buscó la mano de Mauricia, necesitaba sentirla como en tantas ocasiones.
-Augusto ¿recuerdas cómo nos conocimos? ¿en aquella reunión de Alburquerque? Allí nació nuestra relación laboral…
-La recuerdo perfectamente, fue la primera que mantuve cuando me hice cargo de la empresa…
-Pues… fruto que aquella reunión, lo que hasta ahora te he ocultado es que… nació una persona… Ya sé que es algo inesperado para ti, como lo fue para mí cuando supe que estaba embarazada, y puedes o no creerlo pero te juro por mi vida que es cierto.
Pausa. Momentos para asimilar y reaccionar.
-Te conozco bien, mejor dicho, Mauricia y yo te conocemos bien y ambos sabemos que siempre has ido con la verdad por delante, por eso no pongo en duda lo que me dices, pero déjame que te reproche el que no me lo hayas dicho hasta ahora, sabes que no te hubiera dejado sola…
-Maite –dijo Mauricia acariciándole la cara- mírame a los ojos. Tu…. vuestra hija… es… ¿Cecilia? comprendo porqué nunca quisiste decirme quien era el padre… y entiendo tu interés para que viniera a Portugal.
-Más de una vez he estado tentada de decírtelo, sobre todo cuando me acompañabas a visitarla a San Vicente de Alcántara. La finalidad de montar su viaje a aquí fue la de afrontar la situación y resolverla de una vez por todas. El pasado martes tan pronto llegué hablé con ella y le conté todo, sabía que lo entendería, como así fue, y ha llegado la hora en que vosotros dos lo sepáis.
-¿Dónde está ahora? –se levantó Augusto abrazando a Maite- quiero volverla a ver, y pensar que aquella noche que cenamos juntos ya me impresionó…
-No corras, ahora no es el momento, dentro de poco la volverás a ver, está aquí, ya lo sabes, aunque regresa mañana a España.
-Me hace muy feliz esta noticia… tanto o más como la que, aprovechando el momento, tenemos que darte, serás la primera en saberlo
-¿Qué me pierdo Mauricia? Dímelo tú –le preguntó Maite-
-Pues que aprovechando el viaje a Paris, Augusto y yo nos hemos casado
-Y resulta que… -añadió Augusto- que hace cuatro días estaba soltero, hace dos que estoy casado y hoy… ¡soy padre!
El abrazo de las dos mujeres fue interminable. Besos, lágrimas, todo se juntó, Augusto las miraba y pensando que querían quedarse a solas quiso salir del despacho
-¿Dónde vas? ¡Quieto aquí! -ordenó Maite- tranquilizaros y en cinco minutos nos vamos al comedor a ver si queda algo para llevarnos a la boca. Bueno, parejita ¿y ahora qué pensais hacer? Esto se tiene que celebrar ¿no?
-Fíjate, Maite, -le dijo Augusto- como todo o parte puede cambiar en tan solo un segundo, o en unas horas, y si el cambio es para bien quizás es que ha llegado el momento de dar un giro…
-¿En qué piensas cariño? –preguntó Mauricia-
-En algo importante que llevo tiempo pensando, esta noche te lo explico. ¿Vamos a comer algo, si o no?
-Vamos –añadió Maite- las sorpresas nunca vienen solas…
Entraron al comedor y la pareja quedó sorprendida. Unos focos los iluminaron, la música de “La vida es bella” les acompañó durante su recorrido hasta una tarima elevada pocos centímetros del suelo. Fueron acogidos con aplausos y silbidos de aprobación. Subieron a ella y se encendieron las luces, entonces contemplaron la perfecta decoración del local. Detrás de ellos un panel tenía el anagrama de Natural Cosmetic’s y una gran fotografía del padre de Augusto, el fundador de la empresa. Maite cogió el micrófono…
-Queridos compañeros, muchas gracias por vuestra presencia. Debo decir que no soy la persona más indicada para intervenir en este acto cuya finalidad no era otra que la de “obligar” a esta pareja a reconocer y celebrar públicamente lo que ya sabíais: que forman una magnífica pareja… (aplausos) de la que nos sentimos orgullosos. Pero… en esta vida siempre hay un pero… resulta que la sorpresa ha sido recíproca y no seré yo quien lo explique. ¡Que sean ellos quienes lo digan! (más aplausos).
Mauricia tomó el micrófono. Miró al frente. En primera fila Serena, Flora, Fátima, Sandra, Pastora y Cecilia, a la que dedicó una sonrisa cuando la miró a los ojos.
-Este momento debería haber llegado mucho antes, lo sé, pero quiero deciros que era yo la que lo demoraba, no por dudar del amor que siento por Augusto ni del que él siente por mí, sino porqué aceptándolo tal y como es ya me consideraba la mujer más feliz del mundo, no necesitaba un compromiso formal. Pero esta semana ha saltado la chispa necesaria que nos ha impulsado a hacer lo que tantas veces hemos hablado. ¡Mirad –dijo levantando su mano enseñando su anillo de casada- Paris ha obrado el milagro!
La noticia fue recibida por todo el personal con emoción. Efectivamente, lo que debía ser un acto de “coacción” se había convertido en una toda una obra maestra, reponiéndose de la sorpresa inicial dieron paso a una ovación cálida y sincera. Augusto se acercó a ella, la besó en los labios y cogió el micrófono…
-Amigos míos, gracias por haberos tomado el trabajo de organizar este acto. No sé de quien ha partido la idea, ni me importa, quiero decir que me siento orgulloso de teneros en la empresa y quiero corresponderos de la misma forma, el mismo interés y el mismo compromiso que me habeis demostrado. Durante muchos años he dedicado mi vida a este lugar, juntos hemos superado momentos difíciles, y ahora que tenemos un futuro esperanzador a pesar de la crisis ha llegado el momento de pensar egoístamente. En Paris le pedí por enésima vez a Mauricia que fuera mi esposa, sabía que en la ciudad del amor no me podría decir que no, y aceptó. Esta tarde cuando hemos llegado me han dado otra noticia que ha aumentado mi felicidad, por eso, Mauricia, mi amor, espero me perdones si aprovecho el momento para decir lo que tenía pensado, pero quiero hacerlo teniendo a mi lado a la persona que compartirá contigo mi amor a partir de este momento…
Señaló a una Cecilia bañada en lágrimas a la que tuvo que sostener Pastora…
-Quiero presentaros a mi hija… a Cecilia…
La chica se acercó a ellos. Se fundió en un largo abrazo con su padre, después lo hizo con Mauricia, su “tita Mauricia” dirigiendo su mirada hacia un lado donde Maite no podía detener las lágrimas, abajo comenzaron a aflorar los pañuelos…
-Por estos instantes de felicidad y para que duren mucho tiempo debo “pagar” un precio. Escuchadme con atención: Fátima y Flora, venid aquí, vuestro trabajo es esencial para la empresa, cuento con vosotras como hasta ahora… Serena, ven también, mi eficiente adjunta, pasarás a ser directora general de la compañía en unos días, no tengo que darte consejos, lo sabes todo… María Teresa Fonseca… ¿dónde estás?... ven aquí, mujer, no lo tomes como una recompensa, me ofenderías si lo pensaras, porque la carga que te espera te va a hacer maldecirme más de una vez, vas a hacerte cargo de la división internacional de ventas, se te acabó la buena vida pero espero que sabrás compaginarla como hasta ahora has hecho silenciosamente cumpliendo con tu obligación de madre, porque, amigos, ella es la madre de Cecilia… Y tú, hija mía, me gustaría que te quedaras entre nosotros, ya sé que es pedirte mucho, pero Mauricia te ayudará para seas la mejor secretaria de dirección del planeta hasta que en futuro dirijas mi empresa… tu empresa. Éste es mi deseo, así que, amigos, amigas, teneis delante los futuros responsables de vuestro bienestar, y como veo que todo está preparado… ¡a celebrarlo!
Se apagaron las luces y los focos se dirigieron a un enorme pastel. Los asistentes, repuestos emocionalmente, aprobaron con una larga ovación las decisiones de su presidente. Cuando se encendieron de nuevo las luces bajaron del estrado…
-Sandra ¿donde está Pastora? –le preguntó Cecilia-
-Ha salido, se fue cuando se apagaron las luces
-Debo ir con ella
-Déjala, Cecilia, no habrá ido muy lejos, ya tendréis tiempo de hablar, ahora tienes que estar aquí, con tu familia y tus compañeros… Disfruta del momento, ya voy yo a buscarla.
Sandra vió luz en la cabaña de las chicas. En su interior Pastora estaba haciendo el equipaje.
-¿No te precipitas un poco?
-¿Precipitarme? Esta misma mañana ya debería haber marchado de aquí
-¿Sin despedirte?
-Odio las despedidas, te dije anoche que tenía la sensación de que algo no funcionaría, y ya ves… no me he equivocado
-Pero pedazo de burra, ¿cómo puedes asegurarlo si no hablas con Cecilia? Al menos espera a que ella decida lo que quiere hacer a partir de ahora.
-Yo sé lo que va a decidir. Ha encontrado el mejor padre que podía imaginar por lo que es lógico que quiera recuperar el tiempo perdido, tiene a su madre que desea que viva a su lado y una segunda madre que es una mujer maravillosa que la adora desde pequeña.
-¿Y tú, en qué lugar de su corazón crees que vas a quedar?
-Supongo que me recordará siempre, con eso me basta. Es joven, tiene un futuro prometedor y nada le faltará, su lugar está aquí, eso es indiscutible…
-Lo dices muy convencida
-Si, estoy convencida que mañana no regresará conmigo, por eso prefiero marcharme ahora mismo
-¿A dónde?
-A mi casa
-¿Qué puedo hacer para convencerte de que vas a cometer el error más grande de tu vida?
-Nada, y tú, Sandra, creo que también deberás acostumbrarte a vivir sola, Augusto os ha jugado una mala pasada con sus decisiones
-Puede ser, pero yo soy accionista de la empresa…
-¡Ah! Claro, lo olvidaba, me alegro por ti…
-… y tengo derecho a que se me escuche
-Ahora no es el momento –le hizo reflexionar Pastora- ya tendrás ocasión de hacerlo cuando tengas oportunidad
Por la puerta entró Maite…
-¿Puedo saber que sucede? –preguntó dirigiéndose a Sandra-
-Que… Pastora se nos marcha
-¿Así? ¿A la brava? ¿Sin explicaciones?
-¿Acaso las necesitas Maite? Dime, ¿Qué pinto yo aquí? Acabas de conseguir un lugar magnífico en la empresa, Cecilia, por fin, tiene una familia, supongo que Sandra se hará cargo de la sucursal española y yo… por mucho que me digáis jamás he estado a vuestra altura, si estoy aquí pasando por ésto es porque tú lo decidiste, tu plan salió bien, programaste nuestro viaje para que Augusto conociera a su hija, a la que tenía todo el derecho de conocer… si no se lo hubieras ocultado durante tantos años. Ya han encajado las fichas en el rompecabezas y sobra una, así que me marcho.
-¿Y mi hija? ¿No piensas en ella?
-Lo acabas de decir… tu hija… y claro que pienso en ella, pero mi decisión es la mejor para todos, yo no tengo cabida en su futuro…
Un vehículo se estacionó delante de la cabaña.
-Pedí un taxi… me voy… volved a la fiesta
-No te vayas, Pastora, por favor, no te vayas –le dijo Sandra abrazándola-
-Adios Maite… Adios Sandra, dile a Cecilia que le deseo lo mejor del mundo, te llamaré…
-¿Cuándo?
-Cuando reorganice mi vida…
………………………………………
La luz roja parpadeante del buzón de voz de su teléfono indicaba que tenía mensajes por escuchar. Dejó el equipaje en su habitación, buscó en el frigorífico una lata de cola, se sentó en el sillón y se dispuso a escuchar los mensajes. “Tiene dos llamadas con mensaje, para escucharlas pulse 1, para guardar los mensajes pulse 2, para borrarlos y pasar al siguiente pulse 3…”
“Primer mensaje, recibido el dia… a las trece horas y diez minutos: Pastora, hija mía, soy tu madre no sé donde estás, dime algo, bueno, un beso” - ¡A la mierdaaaaaaaaaaaa, ya la llamaré! . Pulsó el 3.
“Segundo mensaje, recibido ayer a las ocho horas y cincuenta y siete minutos: Oye pendona ¿te acuerdas de mí? Soy Aliciaaaaaaaaaaaaa, te cuento, estoy en Filipinas que ya lo sabes, tengo un negocio montado aquí y me va bien ¿porqué no te vienes a pasar una temporada? Hay cada filipina que quita el hipo… anímate y dime algo, apunta mi número ………………. Llama a cobro revertido si no tienes pasta, besazossssssssssssssssss”…
-Me lo pensaré –dijo en voz alta mientras pulsaba el número 2- todo depende de la próxima llamada...
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Llego con una semana de atraso porque estaba sin computadora. Abro tu página y me encuentro con el epílogo de una maravillosa serie.
ResponderEliminarGracias por compartirnos tus letras. Realmente extrañaba leerte.
Espero que estés muy bien.
Recibe un fuerte abrazo.
p.d.- No puedo evitarlo: Ojalá la siguiente llamada para Pastora, sea de Cecilia. Me gusta esa parejita.
Patty quizás no sea epílogo correcto, pero sabes bien que cuando se escribe siempre una se deja influenciar por el estado de ánimo y también por las vivencias personales.
EliminarEstoy bien, dentro de lo que cabe. Gracias por el abrazo que se corresponde.
En cuanto a la parejita... no sé. En estos momentos creo que no tienen futuro, pero nunca se sabe.
Tengo días pensando cómo responder a tu comentario, pero se me escapan las palabras.
EliminarAsí que sólo te diré: el comentarte que ojalá la llamada sea de Cecilia, no implica que espere una continuación escrita. Es sólo un "quizá", un dejar abierta la puerta a las posibilidades (aunque sólo sea en mi mente).
Tus letras volverán en el momento preciso y con la historia adecuada.
Por ahora, te deseo fortaleza, equilibrio, aprendizajes y crecimiento. Que lo que sea que esté pasando en tu vida, te lleve a ser mejor.
¡Ánimo! Y si puedo hacer algo por ti, cuenta conmigo.
Recibe un muy cálido abrazo.
Graciassssssss, es maravilloso el pasar por aca (aunque un poco tarde) y encontrarme con la continuación de esta linda historia, es hermoso poder leerte de nuevo, mil gracias por no dejarnos con la duda de que sera lo que paso.
ResponderEliminarQue estes muy bien linda, espero la conti.
Un beso
Hola Judith, gracias por tu comentario y no debes agradecerme nada.
EliminarEstoy bien. Referente a la continuación quiero decirte que en estos momentos no la tengo en mente. Necesito centrar mis ideas porque de lo contrario me dejaría influenciar por mi estado de ánimo, y no quiero.
Un beso para tí también con todo cariño.
He leido el epílogo con mucho retraso. Gracias por escribirlo, Marina. Sabe mal cuando una saga termina pero espero que en un tiempo vuelvas a escribir algo porque me gusta mucho leerte.
ResponderEliminarEspero que Pastora vaya a Filipinas y disfrute de la vida, con pocas precupaciones y muchas diversiones!!!!!
Petons, Marina. Espero seguir-te llegint!!!!!
Arlith
Ko també he trigat molt en llegir el teu comentari. Si has vist les meves respostes a Patty i a Judith veuràs que, per ara, no emsento massa disposada a contnuar escribint.
ResponderEliminarGràcies de totes maneres. Un petò, maca.
Hola, puedes intentar poner el nombre del autor de la pintura?, ERNEST DESCALS - PINTOR, muchas gracias.
ResponderEliminarClaro, Ernest Descals es el autor de la pintura que incluyo en mi relato, lo digo aunque ya está dicho en el comentario. Aclaro que tomé ese cuadro desde Google-Imágenes y consideré que no había ningún impedimento, digamos legal, ni observación alguna en el sentido de no reproducirla puesto que estaba a la vista de todos los visitantes de la red. No obstante si ello ha molestado al autor advierto que la retiraré de aquí a unos días cuando por parte de "redacción" haya leido mi respuesta.
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